El Super Bowl es, sin duda, uno de los eventos deportivos más esperados en Estados Unidos. Más allá del enfrentamiento entre los Kansas City Chiefs y los Philadelphia Eagles el próximo 9 de febrero de 2025, hay una tradición culinaria que se ha consolidado con el paso de los años: el consumo de guacamole. Este delicioso acompañamiento tiene como ingrediente principal al aguacate mexicano, que se ha convertido en un invitado infaltable en las reuniones de los aficionados al fútbol americano.
Sin embargo, en esta edición del Super Bowl, la presencia del aguacate mexicano estuvo en riesgo debido a las amenazas arancelarias del presidente estadounidense, Donald Trump. A finales de enero de 2025, Trump anunció la imposición de un arancel del 25% a las importaciones provenientes de México y Canadá, argumentando preocupaciones relacionadas con la migración ilegal y el tráfico de fentanilo. Esta medida generó incertidumbre entre los productores y exportadores de aguacate en México, quienes temían una disminución en la demanda debido al posible incremento en los precios para el consumidor estadounidense.
A pesar de este panorama, los productores mexicanos demostraron resiliencia y confianza en la calidad y demanda de su producto. Agustín del Río, productor de Uruapan, Michoacán, expresó: «Los arbolitos están aquí, los aguacates están aquí, el cliente los va a querer». Esta afirmación refleja la seguridad de los agricultores en que, a pesar de las tensiones comerciales, el aguacate mexicano seguiría siendo esencial en las mesas estadounidenses durante el Super Bowl.
Según la Asociación de Productores y Empacadores Exportadores de Aguacate de México (APEAM), para esta edición del Super Bowl se enviaron a Estados Unidos aproximadamente 110,000 toneladas de aguacate. Aunque esta cifra es inferior a las 137,500 toneladas exportadas en 2024, se mantiene en línea con la demanda habitual para este evento. Es importante destacar que México exporta alrededor del 83% de su producción de aguacate a Estados Unidos, siendo este país el principal destino del llamado «oro verde».
La reducción en el volumen de exportación para este año se atribuye a diversos factores. Sebastián Kontarovsky, especialista en comercio internacional y cofundador de MUNDI, señala que «la sequía o los eventos climáticos en general juegan un rol en el volumen de exportación de aguacate. Particularmente, en la región de Michoacán existen temas con el contexto de seguridad que pueden impactar en la exportación». Además, en 2024 hubo una suspensión temporal de las inspecciones estadounidenses en Michoacán debido a preocupaciones de seguridad, lo que afectó los volúmenes de exportación en ese año.
La imposición de aranceles también representa un desafío significativo para los productores mexicanos. Viridiana Hernández Fernández, historiadora de la Universidad de Iowa especializada en aguacates mexicanos, destaca que «los productores de Michoacán son en su mayoría personas individuales o con huertos familiares; algunos de ellos son indígenas. Están en una posición muy vulnerable ante estas negociaciones». Se estima que, de implementarse el arancel del 25%, los precios del aguacate podrían incrementarse entre un 10% y 20%, lo que afectaría tanto a productores como a consumidores.
A pesar de estos desafíos, la demanda de aguacate en Estados Unidos sigue siendo robusta. El consumo per cápita de aguacate en el país es de aproximadamente 4.1 kilogramos por habitante, y eventos como el Super Bowl impulsan significativamente las ventas. El guacamole se ha consolidado como un elemento esencial en las celebraciones del Super Bowl, y el aguacate mexicano, reconocido por su calidad, juega un papel central en esta tradición.
Además del impacto económico, la producción de aguacate en México ha enfrentado desafíos ambientales. La creciente demanda ha llevado a una expansión acelerada de los huertos en Michoacán, lo que ha generado preocupaciones sobre la deforestación en la región. En respuesta, el gobierno de Michoacán lanzó un programa de certificación para disuadir a las empresas estadounidenses de comprar aguacates provenientes de huertos que fueron deforestados de forma ilegal desde 2018. Importadores como West Pak, Mission y Calavo se han sumado a esta iniciativa, representando alrededor del 31% de las exportaciones a Estados Unidos el año pasado.
En el ámbito político, las tensiones comerciales entre México y Estados Unidos continúan. Aunque los aranceles propuestos por Trump se han pospuesto temporalmente tras negociaciones entre ambos países, la posibilidad de su implementación sigue latente. El gobierno mexicano, encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum, ha expresado su disposición a tomar medidas en respuesta, incluyendo posibles represalias comerciales. Sheinbaum ha enfatizado la importancia de la soberanía mexicana y la necesidad de mantener una relación comercial equitativa con Estados Unidos.
A pesar de las incertidumbres, los productores mexicanos de aguacate mantienen una perspectiva optimista. Confían en que la calidad de su producto y la sólida demanda en Estados Unidos asegurarán la continuidad de las exportaciones. Agustín del Río resume este sentimiento al afirmar: «Afortunadamente, el cliente siempre los quiere».
En conclusión, aunque las amenazas arancelarias y otros desafíos han generado incertidumbre, el aguacate mexicano continúa siendo un componente esencial en las celebraciones del Super Bowl en Estados Unidos. La relación comercial entre ambos países, especialmente en el sector agroalimentario, demuestra una interdependencia que, a pesar de las tensiones, beneficia a productores y consumidores en ambos lados de la